Introducción
El Pentateuco, o, según lo llaman los judíos, el Libro de la Ley (Torah),
encabeza los 73 libros de la Biblia, y constituye la magnífica puerta de la
Revelación divina. Los nombres de los cinco libros del Pentateuco son: el
Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números, el Deuteronomio, y su fin general
es: exponer cómo Dios escogió para sí al pueblo de Israel y lo formó para la
venida de Jesucristo; de modo que en realidad es Jesucristo quien aparece a
través de los misteriosos destinos del pueblo escogido.
El autor del Pentateuco es Moisés, profeta y organizador del pueblo de
Israel, que vivió en el siglo XV o XIII antes de Jesucristo. No solamente la
tradición judía sino también la cristiana ha sostenido siempre el origen
mosaico del Pentateuco. El mismo Jesús habla del "Libro de Moisés"
(Mc., 12, 26), de la "Ley de Moisés" (Lc., 24, 44), atribuye a Moisés
los preceptos del Pentateuco (cf. Mt., 8, 4; Mc., 1, 44; 7, 10; 10, 5; Lc. 5,
14; 20, 28; Juan 7, 19), y dice en Juan 5, 45: "Vuestro acusador es
Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Si creyeseis a Moisés, me
creeríais también a Mí, pues de mí escribió él".
Fundada en estos argumentos, la Pontificia Comisión Bíblica el 27 de junio
de 1906 ha determinado, con toda su autoridad, la integridad y genuinidad de
los Libros de Moisés, admitiendo, sin embargo, la posibilidad de que Moisés se
haya servido de fuentes existentes, y la otra, de que el Pentateuco en el
decurso de los siglos haya experimentado ciertas variaciones como, por ejemplo:
adiciones accidentales después de la muerte de Moisés, ora hechas por un autor
inspirado, ora introducidas en el texto a modo de glosas y comentarios,
sustitución de palabras y formas arcaicas; variantes debidas a los copistas,
etc.
La misma Pontificia Comisión Bíblica ha inculcado, el 30 de junio de 1909,
el carácter histórico de los primeros tres capítulos del Génesis, estableciendo
que los sistemas inventados para excluir de éstos el sentido literal, no
descansan en fundamentos sólidos.
Todos los ataques de la crítica moderna contra la autenticidad y el carácter
histórico de los libros de Moisés han fracasado, especialmente los intentos de
atribuir el Pentateuco a tres o cuatro autores distintos (Elohista, Jahvista,
Código sacerdotal, Deuteronomio) y la teorías de la escuela evolucionista de
Wellhausen, que en el Pentateuco no ve más que un reflejo de ideas y mitologías
babilónicas, egipcias, etc. Una comparación exacta de los relatos bíblicos con
los extrabíblicos demuestra, muy al contrario, la superioridad absoluta de
aquéllos sobre éstos que, en general, no son sino pobres y desfigurados restos
de la Revelación primitiva.
Las fechas que los críticos asignan a los diversos autores por ellos
inventados se basan únicamente en suposiciones. Según ellos, en la historia del
texto del Pentateuco hubo "no sólo infinidad de elaboraciones,
refundiciones y redacciones, sino también invenciones a sabiendas, retoques,
correcciones y adiciones tendenciosas, interpolaciones, falsificaciones
literarias y piadosos embustes del género más sospechoso. Los críticos
moderados hacen esfuerzos convulsivos para salir del dilema: unos dicen que no
hay derecho a aplicar a los tiempos antiguos los conceptos actuales de la
propiedad y actividad literaria; otros opinan que el fin santifica los medios,
y declaran que la alternativa de obra de Moisés u obra de un
"falsario", carece de sentido, o hablan con énfasis de la profundidad
de la sabiduría divina, cuyos caminos no nos es dado conocer sino admirar; mas
con estas escapatorias no logran poner en claro cómo una mala compilación, así
elaborada por los hombres, pudo llegar a los honores de Libro sagrado"
(Schuster-Holzammer).
Han, pues, de rechazarse todas las teorías que niegan el origen mosaico y
carácter histórico del Pentateuco, no sólo porque están en pugna con las reglas
de una sana crítica, sino también porque niegan la inspiración divina de la
Escritura.
Génesis significa "generación"
u origen. El nombre nos indica que este primer libro de la Revelación contiene
los misterios de la prehistoria y los comienzos del Reino de Dios sobre la
tierra. Describe, en particular, la creación del universo y del hombre, la
caída de los primeros padres, la corrupción general, la historia de Noé y el
diluvio. Luego el autor sagrado narra la confusión de las lenguas en la torre
de Babel, la separación de Abraham de su pueblo y la historia de este patriarca
y de sus descendientes: Isaac, Jacob, José, para terminar con la bendición de
Jacob, su muerte y la de su hijo José. En esta sucesión de acontecimientos
históricos van intercaladas las grandes promesas mesiánicas con que Dios
despertaba la esperanza de los patriarcas, depositarios de la Revelación
primitiva.
Exodo, es decir, "salida", se
llama el segundo libro, porque en él se narra la historia de la liberación del
pueblo israelita y su salida de Egipto. Entre el Génesis y el Exodo median
varios siglos, es decir, el tiempo durante el cual los hijos de Jacob
estuvieron en el país de los Faraones. El autor sagrado describe en este libro
la opresión de los israelitas; luego pasa a narrar la historia del nacimiento
de Moisés, su salvamento de las aguas del Nilo, su huida al desierto y la
aparición de Dios en la zarza. Refiere después, en la segunda parte, la
liberación misma, las entrevistas de Moisés con el Faraón, el castigo de las
diez plagas, el paso del Mar Rojo, la promulgación de la Ley de Dios en el Sinaí,
la construcción del Tabernáculo, la institución del sacerdocio de la Ley
Antigua y otros preceptos relacionados con el culto y el sacerdocio.
Levítico es el nombre del tercer libro
del Pentateuco. Derívase la palabra Levítico de Leví, padre de la tribu sacerdotal.
Trata primeramente de los sacrificios, luego relata las disposiciones acerca
del Sumo Sacerdote y los sacerdotes, el culto y los objetos sagrados. Con el
capítulo 11 empiezan los preceptos relativos a las purificaciones, a los cuales
se agregan instrucciones sobre el día de la Expiación, otras acerca de los
sacrificios, algunas prohibiciones, los impedimentos matrimoniales, los
castigos de ciertos pecados y las disposiciones sobre las fiestas. En el último
capítulo habla el autor sagrado de los votos y diezmos.
Números es el nombre del cuarto libro,
porque en su primer capítulo refiere el censo llevado a cabo después de
concluida la legislación sinaítica y antes de la salida del monte de Dios. A
continuación se proclaman algunas leyes, especialmente acerca de los nazareos,
y disposiciones sobre la formación del campamento y el orden de las marchas.
Casi todos los acontecimientos referidos en los Números sucedieron en el último
año del viaje, mientras se pasan por alto casi todos los sucesos de los treinta
y ocho años precedentes. Descuellan algunos por su carácter extraordinario; por
ejemplo, los vaticinios de Balaam. Al final se añade el catálogo de las
estaciones durante la marcha a través del desierto, y se dan a conocer varios
preceptos sobre la ocupación de la tierra de promisión.
El Deuteronomio es, como expresa su
nombre, "la segunda Ley", una recapitulación, explicación y
ampliación de la Ley de Moisés. El gran profeta, antes de reunirse con sus
padres, desarrolla en la campiña de Moab en varios discursos la historia del
pueblo escogido inculcándose los divinos mandamientos. En el primero (1-4, 43),
echa una mirada retrospectiva sobre los acontecimientos en el desierto,
agregando algunas exhortaciones prácticas y las más magníficas enseñanzas. En
el segundo discurso (4, 44-11, 32) y en la parte legislativa (caps. 12-26), el
legislador del pueblo de Dios repasa las leyes anteriores, haciendo las
exhortaciones necesarias para su cumplimiento, y añadiendo numerosos preceptos
complementarios. Los dos últimos discursos (cap. 27-30) tienen por objeto
renovar la Alianza con Dios, lo que, según las disposiciones de Moisés, ha de
realizarse luego de entrar el pueblo en el país de Canaán. Los capítulos 31-34
contienen el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, el cántico profético
de éste, su bendición, y una breve noticia sobre su muerte. El Deuteronomio es,
según dice S. Jerónimo, "la prefiguración de la Ley evangélica"
(Carta a Paulino).
A los libros históricos sigue, en el Canon del Antiguo Testamento, el grupo
de los libros llamados didácticos (por su enseñanza) o poéticos (por su forma)
o sapienciales (por su contenido espiritual), que abarca los siguientes libros:
Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría,
Eclesiástico. Todos éstos son principalmente denominados libros sapienciales,
porque las enseñanzas e instrucciones que Dios nos ofrece en ellos, forman lo
que en el Antiguo Testamento se llama Sabiduría, que es el fundamento de la
piedad. Temer ofender a Dios nuestro Padre, y guardar sus mandamientos con amor
filial, esto es el fruto de la verdadera sabiduría. Es decir, que si la moral
es la ciencia de lo que debemos hacer, la sabiduría es el arte de hacerlo con
agrado y con fruto. Porque ella fructifica como el rosal junto a las aguas
(Ecli. 39, 17).
Bien se ve cuán lejos estamos de la falsa concepción moderna que confunde
sabiduría con el saber muchas cosas, siendo más bien ella un sabor de lo
divino, que se concede gratuitamente a todo el que lo quiere (Sab. 6, 12 ss.),
como un don del Espíritu Santo, y que en vano pretendería el hombre adquirir
por sí mismo. Cf. Job 28, 12 ss. La Liturgia cita todos estos libros, con
excepción del de Job y el de los Salmos, bajo el nombre genérico de Libro de la
Sabiduría, nombre con que el Targum judío designaba el Libro de los Proverbios
(Séfer Hokmah).
Los libros sapienciales, en cuanto a su forma, pertenece al género poético.
La poesía hebrea no tiene rima, ni ritmo cuantitativo, ni metro en el sentido
de las lenguas clásicas y modernas. Lo único que la distingue de la prosa, es
el acento (no siempre claro), y el ritmo de los pensamientos, llamado
comúnmente paralelismo de los miembros. Este último consiste en que el mismo
pensamiento se expresa dos veces, sea con vocablos sinónimos (paralelismo
sinónimo), sea en forma de tesis y antítesis (paralelismo antitético), o aún
ampliando por una u otra adición (paralelismo sintético). Pueden distinguirse,
a veces, estrofas.
Al género poético pertenece también la mayor parte de los libros proféticos
y algunos capítulos de los libros históricos, p. ej. la bendición de Jacob
(Gén. 49), el cántico de Débora (Jueces 5), el cántico de Ana (I Rey. 2), etc.
¿Qué
imagen de Moisés le viene a la mente cuando oye su nombre?
El bebé a quien su madre
colocó en una canasta y dejó en el río Nilo.
El joven que fue criado
rodeado de lujos por la hija del faraón de Egipto pero nunca olvidó que
era israelita.
El hombre que fue pastor en
Madián por cuarenta años.
El hombre que conversó con
Jehová *
frente a una zarza ardiente.
El hombre que hizo frente
al rey de Egipto y le exigió que liberara a los israelitas de la
esclavitud.
El hombre que anunció al
desafiante faraón las diez plagas.
El hombre que dirigió a los
israelitas en su gran éxodo de Egipto.
El hombre a quien Dios usó
para dividir las aguas del mar Rojo.
El hombre que entregó a los
israelitas los Diez Mandamientos en nombre de Dios.
MOISÉS
tuvo todas esas vivencias y más. No es de extrañar que este hombre fiel
sea tan respetado por cristianos, judíos y musulmanes.
Sin lugar
a dudas, Moisés fue un profeta que realizó actos imponentes (Deuteronomio 34:10-12). Pero aunque Dios lo utilizó de esa
manera, no era más que un simple ser humano. Era un “hombre de
sentimientos semejantes a los nuestros”, tal como el profeta Elías, quien
apareció junto a él en una visión que tuvo lugar en los días de Jesús (Santiago 5:17; Mateo 17:1-9). Moisés pasó por muchos de los problemas que
afrontamos hoy, y los superó con éxito.
¿Le
gustaría saber cómo lo logró? Analicemos tres de sus grandes virtudes y veamos
cómo podemos imitarlas.
Moisés es una figura importante para las religiones abrahámicas, donde
se le venera como profeta, legislador y líder espiritual. Es un hebreo
que creció como un príncipe egipcio. En hebreo su
nombre es Moshé (מֹשֶׁה).5
También llamado Moshe Rabbenu en hebreo (מֹשֶׁה רַבֵּנוּ, lit. "Moisés
nuestro Maestro"), es el profeta más importante en el judaísmo.
También es un profeta importante en el cristianismo,
el islam
y el bahaísmo
y otras religiones abrahámicas. Las referencias fundamentales
acerca de Moisés se hallan en las Sagradas Escrituras del monoteísmo (Torá,
Antiguo Testamento, Corán).
Para el judaísmo,
Moisés es el hombre encomendado por Dios
para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud
en Egipto
y conducir el Éxodo
hacia la Tierra prometida, siendo por
ello el primer profeta
y legislador de Israel. Según la tradición
bíblica, Moisés era descendiente de Leví, transmitió la Ley
al pueblo
hebreo y sentó las bases para el sacerdocio y el culto israelita. La
tradición judeocristiana atribuye a Moisés la autoría de los cinco primeros
libros bíblicos (Pentateuco).6En
cuanto a evidencia material extra-bíblica acerca de Moisés, los arqueólogos
carecen de ella. Fuera del marco de la creencia, la falta de objetos que
permitirían corroborar o incluso evaluar la validez de los textos bíblicos,
genera hipótesis y conjeturas diversas.
Tradicionalmente, el origen del nombre Moisés está relacionado con la
noción del agua, tanto en las fuentes egipcias como en las hebreas. En la
antigua lengua egipcia el sufijo mses tenía el valor de "engendrado
por" (entregado o librado por); al mismo solía anteponerse la fuente de
origen o creación.8
Moisés significaría inicialmente "entregado por las aguas",
debiéndose ello a que el infante hebreo fue hallado en ellas, por lo que las
aguas del río Nilo
fueron interpretadas como su origen.
La narración del Libro del Éxodo
tiende a sugerir una idea semejante, donde la acción de engendrar da
lugar a aquella de salvar: «Y cuando el niño [Moisés] creció, ella [su
madre biológica] lo trajo a la hija del Faraón,
la cual lo prohijó [es decir, lo recibió y adoptó], y le puso por nombre
Moisés, diciendo: "Porque de las aguas lo saqué"» (2:10).9
A partir de ello tradicionalmente se atribuye al nombre Moisés el
significado de "salvado de las aguas".10
En su registro conocido como las Antigüedades judías
(93-94 d.C.), el historiador judeorromano Flavio Josefo reafirma lo
expresado por la Biblia, recurriendo además a la etimología egipcia, para
finalmente confirmar que el nombre Moisés significa "salvado de las
aguas".11
Como nombre, Moisés se relaciona con la noción del agua y no sólo en sentido
pasivo, dado que la tradición del pueblo hebreo de
quien fuera "salvado" hizo un salvador y en aquel por las
aguas "librado" encontró su libertador (es decir, quien lo
liberó de la esclavitud en Egipto).12
De ahí que el nombre Moisés en hebreo es pronunciado Moshé, forma activa
que denomina tanto a líder de los israelitas como a quien actuará como
representante de ellos ante Yahvéh y, finalmente, los proveerá de la Ley.
Moshé es emisario de la voluntad divina y por consiguiente entendido
como proveedor o dador tanto de la libertad del pueblo israelita
como de "los diez grandes preceptos"
a ser desde entonces observados.13
Moisés según el
texto bíblico
La historia de la vida de Moisés es narrada en la Biblia,
específicamente en la Torá (primera parte del Tanaj y
en el Pentateuco
(Libros del Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, todos pertenecientes al Antiguo Testamento). El texto
bíblico narra cómo Moisés lideró la salida de los hebreos
de Egipto
y recibió los Diez Mandamientos de manos de Yahveh
en el Monte Sinaí. La tradición
sostiene que Moisés vivió 120 años.14
Nacimiento
En el Libro
de Éxodo, el nacimiento de Moisés tuvo lugar cuando un
indeterminado faraón
egipcio había ordenado a las parteras (comadronas)
que mataran a todo varón hebreo recién nacido, pero estas por temor a Dios no
hicieron como se les mandó (cf. Éxodo 1:15-17). Según el mencionado libro,
Moisés fue hijo de Amram
(quien era miembro de la tribu
de Leví y descendía de Jacob) y su esposa, Iojebed
/ Jocabed (cf. Éxodo 2:1; 6:20).15
Moisés tuvo una hermana siete años mayor que él, Miriam, y un
hermano tres años mayor que él, Aarón.16
Según el Libro de Génesis, el padre de
Amram, Coat, llegó a Egipto junto con setenta miembros del grupo de
descendientes de Jacob,
por lo que Moisés era parte de la segunda generación de israelitas nacidos en Egipto.17
Iojebed dio a luz a un pequeño, y lo escondió durante los tres primeros
meses.18
Cuando no pudo ocultarlo más, lo colocó en una cesta, embadurnada con barro en
su interior y brea en el exterior para hacerla impermeable, y la llevó al Nilo.19
La cesta con el bebé fue observada y seguida de cerca por Miriam hasta que la hija del
faraón llegó al Nilo para bañarse.20
Miembro de la
familia del faraón
Egipcio golpeando a un israelita delante de Moisés. Detalle
de relieve escultórico de la catedral de Nimes, siglo XI.
La princesa egipcia mencionada por21
descubrió la cesta y a Moisés dentro de ella. Miriam se acercó y consiguió que
la princesa encargara que una hebrea amamantase y cuidase de la criatura; la
hebrea en cuestión fue la propia madre de Moisés.16
Durante dos años Iojebed amamantó a Moisés y
después la criatura le fue entregada a la princesa. Moisés fue criado como si
fuese hijo de la princesa egipcia y el hermano menor del futuro faraón de
Egipto.22
A través de la Mishná, la tradición hebrea conserva un relato de
cómo Moisés, aún siendo una criatura perdió gran parte de su capacidad de
hablar debido a un incidente que ocurrió ante el faraón en Egipto.23
Cuando Moisés se hizo adulto, observó el trabajo de los esclavos hebreos. Un
día, al ver la brutalidad con la que un capataz egipcio maltrataba a un esclavo
hebreo, Moisés acabó con la vida del egipcio, acto que lo condujo a tener que
dejar Egipto.24
Pastor en Madián
En la tierra de Madián,25
Moisés se detuvo en un paraje con un pozo y allí protegió a siete pastoras de
una banda de otros pastores malintencionados.26
El padre de las pastoras, Jetró, era sacerdote de Madián. Adoptó a Moisés como
hijo suyo y le permitió que habitase en Madián; allí trabajó Moisés como
supervisor y responsable principal de los rebaños.27
A su debido tiempo, Jetró también permitió que Moisés se casase con la mayor
de sus hijas, Séfora.28
Trabajando como pastor, Moisés vivió en Madián durante cuarenta años, tiempo
durante el cual Séfora le dio un hijo, a quien Moisés llamó Gersón.29
Revelación en la
zarza ardiente
Moisés descalzo ante la zarza ardiente, con la mano de Dios que emerge del cielo.30
Fresco parietal proveniente de la Sinagoga
de Dura Europos, 244 d.C. Detalle. Museo de Damasco, Siria.
Según la narración bíblica, en cierta ocasión, Moisés llevó a su rebaño al
monte Horeb,31
y allí vio una zarza que ardía sin consumirse. Cuando Moisés intentó
aproximarse para observar más de cerca aquella maravilla, Dios
le habló desde la zarza, revelando su identidad e intención a Moisés:
No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú
estás, tierra santa es. [...] Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham,
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. [...] Bien he visto la aflicción de mi
pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues
he conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos de manos de los
egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra
que fluye leche y miel [...] Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para
que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel. [...] "Yo soy el
que soy".
En Éxodo 3, el Dios de Israel revela Su
naturaleza ante Moisés.33
Yahvéh
indica a Moisés que ha de regresar a Egipto y liberar a su pueblo de la
esclavitud. Moisés expresa no ser el candidato para realizar tamaña encomienda
y, además, recuerda que padece de una dificultad en el habla.34
Yahvéh le asegura que le proporcionará todo el apoyo necesario para que lleve a
cabo su obra.35
Moisés obedece y regresa a Egipto,
donde es recibido por Aarón. Ambos organizan una reunión para informar a
los israelitas sobre lo ocurrido y, luego de señales, revelaciones y proezas
llevadas a cabo por Moisés, los hebreos lo seguirán como enviado que trae la
palabra de Yahvéh.36
Lo más difícil fue persuadir al faraón para que dejase marchar a los
hebreos, quienes no obtuvieron su permiso hasta que Yahvéh envió diez plagas sobre los egipcios.37
Esta serie de eventos comenzó con el agua tornándose sangre y culminó con la
muerte de todos los primogénitos egipcios, lo cual causó tal terror entre los
egipcios que el faraón terminó por permitir que el esclavizado pueblo hebreo
dejara finalmente Egipto.38
Moisés lideró al pueblo israelita en dirección este, iniciando así la larga
travesía hacia la tierra prometida. Partieron desde Ramesés
hacia Sucot
unos seiscientos mil hombres, sin contar los niños.39
Llevaron consigo los restos de José, cumpliendo la voluntad
de su predecesor.40
Las aguas de Moisés, imagen de Murillo, grabada
por Rafael Esteve Vilella, 1839.41
La gran caravana de los hebreos se movía lentamente y tuvo que acampar tres
veces antes de dejar atrás la frontera egipcia, establecida entonces en el Gran
Lago Amargo o en la punta más septentrional del Mar
Rojo.42
Entre tanto, el faraón cambió de opinión y, con un gran ejército, partió
para recuperar sus esclavos.43
Atrapados entre el ejército egipcio y el mar, los hebreos se desesperaron, pero
Yahvéh dividió las aguas del Mar Rojo por mediación de
Moisés, permitiendo a los israelitas cruzarlo con seguridad. Cuando los egipcios
intentaron seguirlos, las aguas volvieron a su cauce, ahogando a todo el
ejército egipcio.
Moisés en el Monte Sinaí. Óleo de Jean-Léon Gérôme, c. 1895.
Fecha del Éxodo. Aunque la Biblia
no cita al faraón
del Éxodo
por su nombre, sí da la fecha exacta del Éxodo. En 1
Reyes 6, 1 se lee que Salomón
comenzó a construir el Templo en el cuarto año de su
reinado, 480 años después que los hijos de Israel salieron de Egipto. Se estima
que el cuarto año del reinado de Salomón fue hacia el año 966 a.C.44
A partir de ello la fecha de Éxodo podría haber sido 1446 a.C., cuando
gobernaba Tutmosis III. No obstante,
dado que el texto bíblico indica específicamente que los hebreos partieron de
la ciudad llamada "Ramesés" hacia Sucot,45
ciudades que no existían en tiempos de Tutmosis III y que datan del siglo
XIII a.C., cuando Ramsés II gobernaba Egipto, en
el campo de la investigación se considera el año 1250 a.C.46
H.W.F. Saggs, profesor de lenguas antiguas, observa en sus escritos académicos
que:
La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto que
localidad de almacenaje, construida en parte por los esclavos israelitas,
ofrece de hecho un indicio cronológico, dado que [hoy] es sabido que Ramsés II
construyó una ciudad, Per-Ramsés [i.e., Pi-Ramsés],
la cual se corresponde con el nombre proporcionado por la Biblia. Ello tiende a
posicionar la esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de ese país en
el siglo XIII a.C. Es en ese mismo siglo que ocurre la primera mención
extra-bíblica de Israel. Se trata de una
inscripción del sucesor de Ramsés [II], Merenptah.47
Luego de transcurridos tres meses (Éxodo 19) desde que los hebreos habían
salido de Egipto y durante la travesía por el desierto, Dios confirió los Diez
Mandamientos directamente a Moisés y lo hizo en el monte Sinaí.49
Según la tradición bíblica, Moisés subió a dicho monte a recibir las Tablas de
la Ley. Estuvo en Sinaí durante cuarenta días, hasta que recibió de Dios, ya
sea de hecho o bien por inspiración divina, dos tablas de piedra escritas con
Su dedo (Deuteronomio 9:9-10, Éxodo
31:18).50
Las Tablas en cuestión recogían los Diez
Mandamientos, leyes básicas de cumplimiento obligatorio para el pueblo
hebreo.51
Dado que las distintas tribus hebraicas:
Hasta entonces conservaban la fe en un Dios único y algunas costumbres que
habían heredado de sus antepasados. Pero no poseían un concepto claro acerca de
Dios [...], tampoco poseían leyes fijas sobre la vida social y moral. Habiendo
residido en Egipto algunos de ellos copiaron allí ciertas costumbres paganas.
Era necesario, por consiguiente, enseñar a los israelitas en qué consistía su
verdadera fe y a qué leyes debían atenerse.49
Cuando Moisés bajó a notificar a su pueblo, descubrió que en su ausencia los
israelitas habían fundido metales preciosos y construido un becerro
de oro, a semejanza de un cuadrúpedo ídolo egipcio,52
y comprendió que lo veneraban.53
La eventual idolatría cometida por el pueblo provocó la ira de Dios e, indignado,
Moisés montó en cólera y arrojó las Tablas de la Ley, destruyendo asimismo el
ídolo de oro. Las prescripciones divinas no obstante serían reescritas y
restablecidas por Moisés, siendo subsecuentemente adoptadas por el pueblo.
Al acercase Moisés al campamento, vio el ternero y las danzas. Se llenó de
furor y arrojó las tablas, que se hicieron pedazos al pie. del monte
Éxodo 32:19
Iconográficamente, Moisés es representado como legislador del pueblo hebreo
y portando las Tablas de la Ley con los Diez
Mandamientos, siendo dichas Tablas su principal atributo en la
creencia colectiva e imaginería visual tanto judía como cristiana.
Travesía por la
península de Sinaí
La travesía por una serie de parajes inhóspitos de la gran masa de personas
fue dura y muchos empezaron a dar rumores y a murmurar contra sus líderes
(Moisés y Aarón), aduciendo que era mejor estar bajo el yugo egipcio que
padecer las penurias de la travesía. Moisés realizó innumerables milagros para
aplacar la dureza de la travesía y demostrar al pueblo de Israel que Yahveh los
guiaba. Las manifestaciones divinas fueron pródigas.
Para alimentarlos, Yahveh hizo llover maná del cielo. Para beber,
les dio múltiples fuentes de agua, como la fuente de agua amarga convertida en
agua dulce. En tanto Yahveh ordenó a Moisés hablarle a una roca de una
saldría gran cantidad de agua, Moisés golpeó la roca dos veces con su
bastón, por eso llamaron a ese lugar Meriba, es decir discusión.
En su travesía por los desiertos, Israel lucha por primera vez contra los amalecitas,
que eran un pueblo principal y vencen solo por la pujanza de Moisés. (Éxodo
17:8). Israel además vence a Arad, a los amorreos liderados por Sehón (Números,
21) y rodean tierras por donde no se les permite combatir ni se les da el paso,
como es el caso de las tierras de Edom.
En el monte Sinaí,
el pueblo judío fue organizado
doctrinalmente por el sacerdocio menor de Aarón.
Se les inculca estatutos, mandamientos y por sobre todo el desarrollar fidelidad
a los convenios con Yahveh. Esta historia es contada en el Levítico.
En el mismo monte, Yahveh entrega el Decálogo de los Diez
Mandamientos, pero al bajar Moisés junto a Josué, encuentra a su
pueblo adorando un becerro de oro. Esta
perversión a los ojos de Yahveh fue castigada con la muerte, así en el Éxodo
se cuenta: «Y él les dijo: Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: Poned cada
uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta á puerta por el campo, y
matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví
lo hicieron conforme al dicho de Moisés: y cayeron del pueblo en aquel día como
tres mil hombres».55
Situaciones como esta se sucederían varias veces en el trayecto hacia la tierra
prometida.
Yahveh le volvió a dictar sus diez
mandamientos y para transportar las sagradas escrituras, se
construyó el arca de la alianza. Para
portar dicha arca, se construyó el Tabernáculo,
que sería el transporte del arca hasta que se llegara a la tierra prometida,
donde se construiría un templo donde albergarla.
Ya cerca de la tierra prometida, Moisés encomienda a 12 espías el investigar
y dar un reporte de las bondades de la tierra de promisión, pero al volver, 10
de los 12 espías dan un reporte sumamente desalentador sobre las gentes
que moraban sobre estas tierras, inculcando miedo a las huestes armadas y por
sobre todo desconfianza a las promesas de Yahveh. Debido a esto es aquí donde
Dios castigó a Israel hablándole a Moisés y diciéndoles estas palabras:
«Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y
juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone y a Josué
hijo de Nun... Conforme el número de los día, de los cuarenta días en que
reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por
cada día; y conoceréis mi castigo...»
Esta historia es contada en el libro de Números capítulo 13 y 14:26-35.
Monumento a Moisés en Monte Nebo, Jordania.
Según esos textos, Yahveh ―al ver el miedo de su pueblo elegido― prohibió la
entrada de todo varón de guerra (mayores de 20 años) a la tierra de promisión,
incluyendo al mismo Moisés a quien solo se le permitió verla desde lo alto de
un monte (Nebo).
Hay que aclarar, sin embargo, que la prohibición no incluía a los levitas
(tribu a la que pertenecía Moisés), quienes no estaban registrados para la
guerra, ni tampoco a Josué y Caleb,
quienes sí mostraron fe en las promesas divinas. A Moisés no se le permitió
entrar por un incidente posterior en el que se atribuyó crédito personal por un
milagro de Yahveh (Números capítulo 20)
Ya estando cerca de Moab, Balac, rey de los
moabitas ve venir a Israel por el margen oriental y teme del pueblo de Israel,
manda a llamar a Balaam, adivino de Mesopotamia (Números 22) para que maldiga
al pueblo de Israel; pero Yahveh envía a un ángel a interponerse en el camino
de Balaam hacia el monte de Bamot-Baal y es persuadido a bendecir al pueblo
israelita y lo hace tres veces a pesar de los deseos de Balac.
Finalmente, tras cuarenta años de vagar por el desierto, los hebreos de
aquella generación murieron en el desierto (Éxodo
16: 35; Números
14: 33, 34: Deuteronomio 1: 1-3; 2: 7; 8:
2, 4).
Una nueva generación de hebreos libres, nacidos en el éxodo, llegaron a la
Tierra Prometida y entraron por fin a ella guiados por Josué. Moisés, se le prohibió
entrar a la Tierra prometida por desobedecer a Dios en Meriba por golpear la
roca en vez de hablarle, permaneció con aquellos que no iban a entrar a las
tierras prometidas y sabiendo que no estaba lejos la hora de su muerte, le pasó
el mando a Josué. Josué cruza el río
Jordán dejando atrás casi 40 años de permanencia en el desierto de Parán y
una distancia recorrida cercana a los 1000 km
(a razón de 25 km/años) desde que dejaron Pi-Ramsés
en Egipto.
Cuando murió Moisés, a la edad de ciento veinte años, fue llorado por su
pueblo durante treinta días y treinta noches.
Moisés lidera el Éxodo. Arte
sefardí. Hagadá de Cataluña, siglo XIV.
La principal fuente en relación a Moisés es la Torá
(Biblia
hebrea), cuyos ejemplares son preservados en todas las sinagogas
e instituciones israelitas. Dentro de los textos sagrados del judaísmo,
particularmente importantes son los libros del Pentateuco,
cuya redacción definitiva tuvo lugar en tiempos del monarca Josías, quien gobernó el Reino
de Judá en el siglo VII a.C.56
Existe además una multitud de otros tantos documentos, literatura, historias e
información adicional sobre Moisés en las exégesis
rabínicas conocidas como el Midrásh,
así como en las compilaciones de textos más importantes de la ley oral judía, a
los que se conoce como la Mishná y el Talmud.57
Tradicionalmente durante Pésaj
(Pascua judía), y desde por lo menos la Edad
Media, los observantes judíos leen el texto de la Hagadá,
donde se narra el proceso de liberación de los hebreos de su esclavitud en
Egipto y la intervención de Moisés en el mismo.
Moisés y la zarza ardiente. Dirk Bouts,
1450-1475.
Moisés es un precursor de Jesús, a menudo se los compara e indica que Moisés es
considerado un profeta y por consiguiente portador de la palabra de Dios.58
En el Evangelio, las enseñanzas y hechos de la vida de Jesús son
comparados con aquellos de Moisés para explicar la misión de Jesús.
Moisés figura a su vez en varios de los mensajes de Jesús. Cuando conoce al fariseoNicodemo
por la noche, en el tercer capítulo del Evangelio
de Juan, compara el alzado de la serpiente de bronce en el
desierto, que cualquier hebreo podía mirar para ser curado, con su propia
ascensión a los cielos (tras su muerte y resurrección) de modo que la gente lo
vea y ser curada. En el sexto capítulo, Jesús responde a sus
seguidores que Moisés hizo que cayera el maná
en el desierto diciendo que no había sido él, sino Yahveh,
quien había obrado el milagro. Llamándolo el «pan de la vida», Jesús afirma que ahora es él
quien alimenta al pueblo de Yahveh. En la carta de Judas
contiene una breve mención de una disputa entre el arcángel Miguel
y el diablo por el cuerpo de Moisés.59
Iconográficamente, Moisés figura en relieves, mosaicos, manuscritos
miniados, íconos, vitrales, pinturas y esculturas que responden a las
diferentes expresiones de la fe cristiana. Moisés es además santo patrono de
iglesias en el Monte Nebo, Venecia
y Ámsterdam.
El profeta Musa, con su rostro velado y portando el báculo
en su mano. Khamsa-e-Nizami, 1489. Museo Nacional de Polonia, Cracovia.
En el Corán,
el libro sagrado del Islam,
la vida del profeta Moisés (Mûsâ ibn 'Imran, en árabe: ٰمُوسَى) se cita más
que la de cualquier otro profeta (nabi) reconocido por los musulmanes
ya que, junto con Abraham, es considerado uno de
los profetas más importantes del monoteísmo
previo a Mahoma.58
El libro destaca que Moisés es una figura principalmente judía y establece
pocas diferencias en relación a la creencia tanto de hebreos como de
cristianos; afirma que Dios (en árabe Alá) le reveló
el libro sagrado (la Tawrat, en árabe: توراة, forma del hebreo Torá)
y numerosos relatos de la Biblia relacionados con Moisés
se hallan incorporados al texto coránico60.
Los musulmanes veneran el sepulcro de Moisés, al que denominan "Maqam
El-Nabi Musa", que se encuentra en el territorio de Palestina, unos ocho
kilómetros al sur de Jericó, en el camino a Jerusalén.61
62
Iconografía
En la Historia del Arte, la figura
de Moisés es frecuente tanto en el arte
judío como en el cristiano;
generalmente es representado como profeta
con las Tablas de la Ley como
principal atributo. Suele figurar como un hombre ya maduro, barbudo, portando
una túnica hebrea y una vara o báculo en su mano. En imágenes que conciernen a
la juventud de Moisés se lo representa con los atributos de un príncipe egipcio.63
Otro atributo singular de Moisés es la luminosidad que emerge de la piel de
su rostro y que tiene su referente último en el texto bíblico, donde este
concepto encuentra expresión mediante el haz de luz que hacía que
resplandeciera el rostro de Moisés luego de haber estado éste en presencia del
Creador. En términos visuales ello es a menudo expresado mediante dos haces de
luz que parten desde la frente del hombre que se ha vuelto profeta.
La presencia de cuernos (en vez del empleo de un haz de luz) en el caso de
las imágenes que involucran a Moisés se debe a un error de interpretación al
traducirse la Biblia del hebreo al latín: la antigua expresión hebrea keren
or (קָרַ֛ן עֹ֥ור),64
que se refiere al estado replandeciente del rostro de Moisés, fue interpretada
por Jerónimo de Estridón
equivocadamente como "cuernos" e incluida como tal en la Vulgata;65
ello dio lugar a un Moisés con cuernos en varias imágenes eclesiásticas del
período gótico tardío, entre los siglos XIV a XVI.66
No obstante, ello fue en su momento notado por la Iglesia y los cuernos en
cuestión fueron a partir de entonces reemplazados por formas visualmente
comparables a rayos de luz que en términos unívocos expresan la resplandecencia
del rostro de Moisés.67
En el celebérrimo caso del Moisés de Miguel
Ángel, el artista florentino recurrió a un par de cuernos no por
ignorancia o falta de información, sino porque deseaba expresar la noción de
que Moisés, luego de su encuentro con el Creador, se había transformado y ya no
era meramente un hombre, sino un ser prácticamente sobrenatural debido al
extraordinario papel que le tocaba desempeñar ante Dios.68
En la imaginería cristiana, tanto católica como ortodoxa, cuando se expresa la
noción de santidad,
Moisés puede a veces presentar una aureola en aquellas representaciones icónicas que le
son propias.
Teorías
e hipótesis sobre la historicidad de Moisés
Una parte de la historiografía69
sugiere que Moisés nunca existió como figura histórica, y que el Éxodo
es un mito.
Las referencias extrabíblicas sobre Moisés datan de muchos siglos después de
la época en la que supuestamente vivió. Se desconoce si se basan únicamente en
la tradición judía o si también han tomado aspectos de otras fuentes. Algunos
autores judíos como Flavio Josefo y Filón de Alejandría o griegos
como Diodoro Sículo señalan que es nombrado por autores griegos como Hecateo
de Abdera, Alejandro Polyhistor, Manetón,
Apión
y Queremón de Alejandría; sin embargo,
las obras de estos escritores se han perdido y solo sobreviven en citas. De
ellos, el más notable es Manetón, un cronista y sacerdote egipcio helenizado
del siglo iii a. C.,
quien nombra a Moisés en su obra sobre la historia de Egipto (Aigyptiaca),
la cual solo se conserva en citas de autores judíos y cristianos. Manetón dice,
según las citas, que Moisés no era judío, sino un sacerdote egipcio de nombre Osarsif. Este sacerdote era un
rebelde que condujo un ejército de leprosos contra el faraónAmenofis
(no se indica cuál de ellos) en complicidad con los Hicsos.
Victoriosos al principio, fueron derrotados por Amenofis quien los expulsó de
Egipto; después de ello Osarsif cambió su nombre a Moisés y los leprosos
fundaron la ciudad de Jerusalén.70
El relato de Manetón fue parcialmente aceptado en el siglo XIX y principios del
XX por algunos autores como Schuré o Freud,
quienes veían en él un recuerdo deformado del personaje histórico71.
Actualmente se acepta que es en parte un libelo
antijudío y en parte un cuento popular sobre la época de los hicsos y el período de Amarna72.
A la luz de lo descubierto sobre la historia y cultura egipcias, numerosos
investigadores del siglo XX, como Kitchen, Noth y Albright, entre otros, han
sugerido un trasfondo auténtico en el personaje.737475
El principal argumento es que Moisés, al contrario de lo que dice la Biblia, es
un nombre de origen egipcio que significa ‘hijo’ (aparece como
"mosis", "moses" o "més" en las transcripciones,
por ejemplo Tutmosis, hijo de Toth, o Ramsés, hijo de Ra); además, algunas
leyes y costumbres rituales contenidas en la obra atribuida a Moisés, como el Arca de la Alianza, podrían
rastrearse a mitos y ritos egipcios. Por otra parte, otros elementos, en
especial el relato de su abandono en una cesta colocada en el río, se
vinculaban con la leyenda mesopotámica de Sargón de Acad, 76
que sería su fuente, y se comparaban con relatos similares en otros mitos sobre
el origen del héroe, en especial el de Edipo.
Esta interpretación, corriente a mediados del siglo XX, fue sustituida por
otra que, a la luz de los avances en arqueología, crítica biblica e historia,
ponía en entredicho la propia existencia de Moisés o lo reducía a un nombre del
pasado de Israel, acerca del cual poco podía decirse77.
En el sigo XXI, la corriente del minimalismo bíblico,
sobre todo las obras de Philip R. Davies,
Niels Peter Lemche y el arqueólogo Israel Finkelstein, considera
que todos los libros de la Biblia, especialmente la historia del Éxodo,
la Conquista y los reinados de Saúl,
David
y Salomón,
fueron compuestos en un período tardío (entre la conquista asiria y el dominio
persa) sobre la base de viejas leyendas alteradas para legitimar las
reformas religiosas de la época.7879
En cuanto a la época de Moisés, el problema se vincula al del Éxodo, para
cuya datación existen diferentes hipótesis, pero ninguna prueba histórica que
lo confirme:
En el
siglo siglo xvi a. C.,
hacia el final la era de los hicsos, hipótesis que se relaciona con el relato de
Manetón.
Alrededor
del 1420 a. C., con las primeras
incursiones de los habiru en Canaán.
Richard Darlow lo identifica con el príncipe Ramose, quien es mencionado
en documentos egipcios alrededor de la época de Hatshepsut80.
Durante
el siglo xiii a. C.,
pues el faraón durante la mayoría de ese tiempo fue Ramsés
II, el cual se considera habitualmente que fue el faraón con el cual
se tuvo que enfrentar Moisés –conocido como «el faraón del Éxodo» o «el
faraón opresor»— de quien se dice haber obligado a los hebreos a construir
las ciudades de Pithom y Ramesés. Estas ciudades se conocen por haber sido
construidas bajo Seti I y Ramsés II, haciendo a su sucesor Merenptah
el posible «faraón del éxodo». Sin embargo, en la estela de Merenptah del quinto año del
citado faraón (1208 a. C.) se narra que «Israel
está acabado, no queda ni la semilla».
Una
hipótesis muy difundida en el siglo XX (hoy desacreditada por la
investigación científica) afirmaba que Moisés era un noble de la corte del
faraón Akenatón. Esta idea fue defendida por Sigmund
Freud y, con variantes, por Joseph Campbell, quienes sugirieron que Moisés
pudo haber abandonado Egipto tras la muerte de Akenatón (1358 a. C.), cuando las reformas
monoteístas del faraón fueron rechazadas violentamente.81
En conexión con esta ideal, las contemporáneas Cartas de Amarna,82
escritas por los nobles para Akenatón, describen bandas asaltantes de habirus
atacando territorios egipcios.83
·Rabí Yosef ben Halafta, Seder Olam Rabá, 160 E.C.
Texto inicialmente incluido en el Talmud de Babilonia como "Seder
Olam" (Shab. 88a; Yeb. 82b; Nazir 5a; Meg. 11b; Ab. Zarah 8b; Niddah 46b);
publicado como Seder Olam Rabbah en Mantua en 1514 (Jewish
Encyclopedia: Seder Olam Rabbah, consultado 3 de agosto de 2014). Se
trata de una fuente rabínica en hebreo (סדרעולםרבה),
provista de una extensa cronología. Desde un punto de vista científico, el
historiador Michael Brenner indica que "la historia de Israel hasta
comienzos del primer milenio anterior a la era cristiana nos es en gran parte
desconocida" (Breve historia de los judíos [2008], Buenos Aires,
2012, p. 23), pero su colega Gabrielle Sed-Rajna ubica el Éxodo hacia
1250 a.E.C. y el establecimiento de los hebreos en Canaán hacia
1220 a.E.C. (L'abecedaire du Judaïsme, París: Flammarion, 2000, p.
116), fechas también sostenidas por la arqueóloga Sarah Kochav (Grandes
Civilizaciones del Pasado: Israel, Barcelona: Folio, 2005, p. 26).
··El jeroglífico
egipcio canónico expresa el término en cuestión recurriendo a la contracción
del mismo; los nombres egipcios originales frecuentemente solían involucrar la
contracción (Thomas Römer, "Moïse: un héros royal entre échec et
divinisation", en: Interprétations de Moïse: Égypte, Judée, Grèce et
Rome, Leiden-Boston: Brill, 2010, p. 189; y Christiane Desroches
Noblecourt, Ramsès II, París: Pygmalion, 1996, p. 250).
··Thomas Römer,
"Moïse: un héros royal entre échec et divinisation", en: Interprétations
de Moïse: Égypte, Judée, Grèce et Rome, Leiden-Boston: Brill, 2010, p. 189.
Así, por ejemplo, Ramsés significaba "engendrado por Ra"
e involucraba una previa contracción del nombre egipcio original (Ra-mosé[s]);
Christiane Desroches Noblecourt, Ramsès II, París: Pygmalion, 1996, p.
250.
Jeroglífico egipcio M-S-S correspondiente al nombre "Mosés".
··Simón Dubnow, Manual
de la historia judía: desde los orígenes hasta nuestros días, Buenos Aires:
Sigal, 1977, p. 26. "la hija del Faraón [...] lo educó como si fuera un
hijo suyo, dándole el nombre de Moisés, que significa "salvado de las
aguas".
··El nombre hebreo
de Flavio Josefo era Yosef bar Mattityahu. La explicación dada por Josefo es
consonante con las tradiciones del judaísmo y el sentido que se le da al nombre
"Moisés" tanto en la literatura rabínica como en la tradición y
exégesis cristianas. Estudios académicos indican que el nombre Moisés
presenta similitudes con los vocablos coptos Mo (agua) e iuses
(salvar o entregar); Gesenius, Lexicon, 1906: "מֹשֶׁה"
(también Jones: Dictionary of Old Testament Proper Names).
··Como texto
masorético, Moisés retoma la forma netamente activa proveniente de la Biblia
hebrea; H.A.W.: Theological Wordbook of the Old Testament; T.O. Lambdin, Introduction
to Biblical Hebrew, Nueva York: Charles Scribner's Sons, 1971. pp. 18-19.
··Dubnow, Historia
judía, 1977, pp. 36-38.
··Según cálculos exegéticos
se supone que Moisés murió en el año judío 2488, que equivale a 1272 a. C.
··Matthew George
Easton, Illustrated Bible Dictionary, Londres y Nueva York: T. Nelson,
1897: "Moses". Amram había tomado por mujer a su tía, la cual dio a
luz a Aarón
y a Moisés; Amram vivió ciento treinta y siete años (Éxodo
6:20).
··. Flavio Josefo,
como "Termutis" (Antigüedades judías, libro II, capítulo 9,
párrafo 5).
··En principio,
Moisés no sería faraón de Egipto dado que no era hijo natural de la princesa
egipcia y, por otra parte, era el más joven de los dos príncipes egipcios
(Flavio Josefo, Antigüedades judías, libro II, capítulo 8, párrafo 7).
··Según la tradición
oral hebrea recopilada en la Mishná,
cuando tenía tres años, Moisés estaba en cierta oportunidad sentado junto a la
familia del faraón y sus ministros. Moisés bajó del regazo de Bitia, caminó
hacia el faraón, tomó su corona y la colocó sobre su propia cabeza. El
consejero del faraón exclamó que se trataba de una acción profética y que
Moisés le arrebataría el trono. Por tal motivo, otro ministro sugirió llevar a
cabo una prueba adicional: colocar enfrente del pequeño un diamante y un trozo
de carbón ardiendo para observar la posible astucia del niño. Moisés no sólo
agarró el carbón ardiente, sino que además se lo llevó a su boca, quemándose
así los labios, la lengua y la cavidad bucal. Ello le dificultó desde entonces
el habla (característica también mencionada luego en el texto bíblico, Éxodo
4:10). Por tal motivo, la tradición oral hebrea determina que el pueblo
israelita, a sabiendas de la incapacidad de Moisés para la expresarse
oralmente, comprendió que su líder solo podía dirigirse a ellos por la voluntad
divina.
Moisés pisa la corona del faraón. Nicolás Poussin, 1645. Louvre,
París
Moisés hace caer la corona del faraón.
Orazio de Ferrari, c. 1650. Museu Nacional d'Art, Cataluña
Moisés y la corona del faraón. Jan
Steen, c. 1670. Mauritshuis, La Haya
Moisés y la corona del faraón. Obra
centrada en la relación Moisés-Bitia. Gregorio del Ferrari, c. 1720.
Colección Carige, Génova
Moisés pisa la corona del faraón. Gaspare
Diziani, 1740-50. Museo Nacional, Varsovia
Moisés pisa la corona del faraón. Enrico
Tempestini, 1846
··Moisés ocultó el
cadáver del egipcio bajo la arena, suponiendo que nadie revelaría lo ocurrido.
Mas al día siguiente, vio al joven que había salvado, quien ahora peleaba con
su hermano. Moisés intentó separarlos, pero ambos hermanos, irritados por la
intromisión de Moisés, lo delataron al faraón, por lo que Moisés se vio
obligado a huir de Egipto (Éxodo
2:11-15; Jewish
Encyclopedia: Moses).
··Éxodo
2:15-20. En una de sus exégesis, Najmánides
señala que transcurrió un período considerablemente prolongado entre la partida
de Moisés de Egipto y su llegada a Madián.
··Las versiones
cristianas de la Biblia suelen proveer tanto "El Señor" como el
nombre "Jehová", es decir, Yahvéh (Éxodo 3:15); la Biblia Paralela
llega a incluir el Tetragrámaton. Mas el texto bíblico hebreo que sigue la
tradición israelita emplea Elohim (Dios de Dioses) y, cuando lo nombra,
solo lo hace citando Sus palabras en Shemot
3:14, "אהיהאשראהיה"
(Ehyéh Asher Ehyéh—"Seré Quien Seré"). La Enciclopedia
Judía sólo emplea "YHWH" (Jewish Encyclopedia:
Moses).
··La Enciclopedia
Judía indica que esta fue la primera vez que a los hebreos le fue revelado
el nombre del Dios de Israel (Jewish Encyclopedia:
Moses). La Biblia provee las señales que Moisés presentará a los israelitas
en Éxodo
4:1-17.
··Las plagas sobre
los egipcios son enumeradas en la Hagadá que
los israelitas leen cuando celebran el Séder de Pésaj durante la Pascua judía.
··Según la Enciclopedia
Judía, las plagas que cubrieron el país africano crearon tal pavor entre
los egipcios que ellos mismos terminaron solicitándoles a los hebreos que se
fueran (Jewish
Encyclopedia: Moses).
··Éxodo
13:19: "Moisés tomó también consigo los huesos de José, el cual había
hecho jurar a los hijos de Israel, diciéndoles: «Dios ciertamente os visitará,
y entonces os llevaréis mis huesos de aquí con vosotros.»"
··En la imagen,
Moisés hace brotar agua de la fuente en el monte Horeb. Aguafuerte y buril a
partir de pintura homónima de Murillo preservada en el Hospital de la Caridad en Sevilla.
··Como indica Rashi ya en el siglo
XI, el Mar Rojo es conocido en hebreo como Yam Suf (יםסוף),
'Mar de [los] Juncos'; Exégesis
de Rashi sobre Éxodo 18.
··Simón Dubnow, Manual
de la historia judía: desde los orígenes hasta nuestros días, Buenos Aires:
Sigal, 5.ª edición, 1977, pp. 23-46.
··Simón Dubnow, Manual
de la Historia Judía, Buenos Aires: Sigal, 1977, pp. 34 y 673; Gabrielle
Sed-Rajna, Abecedaire du Judaïsme, París: Flammarion, 2000, p. 116;
Philip Wilkinson, Religiões (Religions, 2008), Río de Janeiro: Zahar,
2011, p. 62.
··H.W.F. Saggs,
"Le monde juif d'avant l'Exil", en: Le monde du Judaïsme (The
Jewish World, 1979), ed. Elie Kedourie, Londres y París: Thames & Hudson,
2003, p. 42. Análoga es la posición de Kenneth A. Kitchen (Rehabilitación
del Antiguo Testamento, Michigan: William B. Eerdmans, 2003). El texto
bíblico narra que "los hijos de Israel [...] edificaron para el
faraón las ciudades de almacenaje, Pitón
y Ramesés"
(Éxodo
1: 6, 11).
··Gouache, c.
1896-1902, preservado y exhibido en el Jewish Museum, Nueva York.
··Simón Dubnow, Manual
de la historia judía: desde los orígenes hasta nuestros días, Buenos Aires:
Sigal, 1977.
··Aunque parezca
existir una contradicción con Éxodo 20, el texto bíblico de este último pasaje
indica simplemente que Dios habló dichas palabras a Moisés.
··En el monte Sinaí,
Dios le encomendó a Moisés muchas otras leyes que enseñan cómo todo
descendiente de Israel
debe conducirse en la vida; Moisés posteriormente formuló y estableció dichas
leyes y prescripciones en relación al culto y las observancias de conducta a
cumplirse a diario (Dubnow, Manual de la historia judía, p. 28, donde se
refiere específicamente al Pentateuco).
··Israel Finkelstein
and Neil Asher Silberman, The Bible Unearthed, Nueva York: Free Press,
2001 (traducido al español como "La Biblia desenterrada"); isbn
84-323-1124-3.
··Compilaciones cuya
versión definitiva data de los siglos III y V d.C.,
respectivamente (Gabrielle Sed-Rajna, Abecedaire du Judaïsme, París:
Flammarion, 2000, p. 116.
··Philip Wilkinson, Religions,
Londres: Dorling Kindersley, 2008; traducción portuguesa de M.L. Borges: Religiões,
Río de Janeiro: Zahar, 2011, p. 297.
··Según la tradición
islámica, "Maqam El-Nabi Musa" se encuentra en el Desierto de Judea,
a 11 kilómetros al sur de Jericó y a 20 kilómetros al este de Jerusalén; Israel
and the Palestinian Territories, Londres: Penguin Books, 1998, p. 531;
Amelia Thomas, Michael Kohn, Miriam Raphael y Dan Savery Raz, Israel &
the Palestinian Territories, Lonely Planet, 2010, p. 319.
··Perfil de
Nabi Musa, Jerusalem Media and Communications Center, 9 de febrero
de 2007 (accedido 4 de julio de 2012).
··Ejemplo de ello es
una estampa titulada Ej joven Moisés (Der junge Mose) realizada por Ephraim Moses Lilien para los Libros de la
Biblia publicados en Alemania en 1908 (Dubnow, Historia judía, 1977,
p. 27).
··Éxodo 34:29-30 y
34:35 en la Vulgata: 29 "et ignorabat quod cornuta esset
facies sua ex consortio sermonis Dei" 30 "videntes autem Aaron et filii Israhel cornutam
Mosi faciem timuerunt prope accedere" 35 "qui videbant faciem egredientis Mosi esse cornutam
sed operiebat rursus ille faciem suam si quando loquebatur ad eos" Fuente consultada y citada: Biblia Sacra Vulgata.
··Presentando a
Moisés como un santo con cuernos, problemática como imagen es un busto de
madera policroma en la Iglesia de San Gergorio en Baden-Wurtemberg.
Históricamente, situaciones análogas ya eran conocidas en el marco de la
Iglesia (institución), siendo tanto o más problemáticas las imágenes de la Santísima Trinidad en
términos de tres rostros agrupados en una misma cabeza, que en su momento también
inquietaron profundamente a los creyentes católicos, pero continuaron siendo
representadas como tal e intentando de ese modo dar expresión visual al Dogma de la Santísima Trinidad por
lo menos hasta el siglo XVII.
Moisés con dos cuernos, siglo XV
Trinidad con tres rostros, c. 1570
La imagen del siglo XVI, Realizada por Jerónimo Cosida, fue realizada en tiempos
del Renacimiento
ya avanzado e incluye un diagrama del "Escudo de la
Trinidad"; es preservada en el Monasterio de Santa María de la Caridad en
Tulebras, Navarra, España; las características enunciadas reaparecen en la Trinidad
ejecutada por Gregorio Vasquez de Arce y Ceballos en 1680, exhibida
en el Museo Nacional de Colombia, Bogotá.
··En el siglo XII
eventualmente se emplearon además imágenes donde un velo cubre la
resplandecencia del rostro de Moisés (Brian Britt, "Concealment,
Revelation, and Gender: The Veil of Moses in the Bible and in Christian
Art", 2003; Cheryl
Spinner: The Veiled Moses, consultado 20 de julio de 2014).
··Debido a que el
rostro del Moisés de Miguel Ángel fue declaradamente inspirado por el
aquél del principal representante de Dios en la tierra y vicario de Cristo
dentro del marco de la Iglesia Católica, papa Julio II,
difícilmente pueda nadie imputarle a Miguel Ángel, artista erudito, sensible y
sobre todo profundamente creyente, el haber intentado representar a Moisés como
si fuese el diablo. Basta con contemplar las épicas configuraciones que Miguel
Ángel ha formulado subrayando la dignidad y el ejemplo de los profetas hebreos
tanto a través del carácter monumental de sus figuras en el cielorraso de la Capilla
Sixtina como en el ideal que hasta hoy constituye su David preservado
en la Academia de Florencia, para dispar toda posible duda respecto a la
integridad de aquél al quien sus compatriotas no por casualidad apodaban "divino"
(Ludovico Ariosto, Orlando furioso, 1532, canto XXXIII, 2, 4: "Michel,
più che mortale, Angel divino"; traducción: Miguel, más que mortal,
Ángel divino).
··I. Finkelstein y
N. A. Silberman, La Biblia desenterrada. Una nueva visión
arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados, Siglo
XXI España, Madrid, 2005
··Shmuel Safrai,
Shemuel Safrai, M. Stern, (eds), "The Jewish people in the first
century" (Van Gorcum Fortress Press, 1976) p.1113
··Richard J.
Bernstein. Freud y el legado de Moisés. Siglo XXI, 2002
··Jan Assmann,
"Moses the Egyptian: The Memory of Egypt in Western Monotheism"
(First Harvard University Press, 1997)
··Kenneth Kitchen,
On the Reliability of the Old Testament, Rev.ed. Wm. B. Eerdmans Publishing,
2003 pp.24 y siguientes.
··George W. Coats,
Moses: Heroic Man, Man of God, A&C Black, 1988 pp.10ff (p.11 tesis de
Albright; pp.29-30, tesis de Noth).
··J.K. Hoffmeier,
'The Egyptian Origins of Israel: Recent Developments in Historiography,' in
Thomas E. Levy, Thomas Schneider, William H.C. Propp (eds.) Israel's Exodus in
Transdisciplinary Perspective: Text, Archaeology, Culture, and Geoscience,
Springer, 2015 pp.196-208 p.202.
··André, Paul (2012). Autrement, la Bible(en francés). Bayard. p. 104. ISBN978-2-227-48356-9.
··Valentin
Nikiprowetzky Moisés en Los Hombres de la Historia 38, CEAL, 1976.
··Israel Finkelstein
y Neil Asher Silberman La Biblia desenterrada: una nueva visión arqueológica
del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados.
··Richard Darlow
Moses In Ancient Egypt & The Hidden Story Of The Bible Lulu.com, 2006
BBC:
John Marr acerca de las diez plagas de Egipto (Presenta hipótesis de
cómo una erupción volcánica u otros fenómenos naturales podrían causar una
sucesión de fenómenos similares a las plagas descritas en el Éxodo) (en inglés)